Sé lo que es pensar que no importas hasta que él te mira,lo sé.Y cómo es eso de que se te detenga el tiempo cada vez que pasa a tu lado y sientes que respiras el mismo aire que él.
Y eso de que se le quede pequeña la frase "Te quiero",que si pasa por debajo del cielo,sólo el tonto mira al cielo..
¿Sabes?,yo también escribo sobre lo mismo,sobre el mismo.
Y te aseguro,que le quiero como el primer día,aunque las cosas hayan cambiado.
Porque le quise,y él también lo hizo alguna vez..
Porque,al fin de cuentas,todo tiene un principio y un final,y lo nuestro..por pequeño que fuese,tuvo un principio..y he aquí tu final.
Sí,tu final.Lo mío continúa..
Seguimos enfadándonos por estupideces, queriéndonos a veces. Al fin de cuentas,sería imposible seguir sin saber que estás aquí.
No me dejes, mi vida, no me dejes, que no puedo sin ti. No me dejes, aún no..
Ya ves, sigues siendo el primer pensamiento al despertar, un desgarro de mi alma sigue vivo en mí, que pasa el tiempo y no mis ganas. ¿Qué tal? Si quieres que te diga la verdad, no he dejado ni un segundo de pensar en ti, mi perfume es el aroma del último beso que te di, se me olvidaba que no volverías.. cuánto tiempo sin verte, no dejé de quererte, vivir con tu recuerdo no me es suficiente.
Subimos hasta el último piso y de ahí a la azotea, al principio me asusto, y empiezan los vértigos, él lo nota y me coge la mano. Nos acercamos al filo, y miramos desde allí toda la ciudad, sigo sin saber qué hora es pero por la cantidad de luces que hay, debe ser madrugada. Él me empieza a susurrar "¿Ves? aquí ya no llegan tus problemas, no son tan grandes." Me estremezco al notar su voz en mi oreja y su aliento en mi cuello."Cuando tengas un problema más grande que todo esto..." hace un gesto para abarcar toda la ciudad "... valdrá la pena que vuelvas a ese sitio."
Y tenía razón, desde entonces, cada vez que tenía un problema subía a la azotea de mi edificio y desde allí me daba cuenta de que nada es tan importante como para volver a desear tanto acabar con todo como lo deseé yo aquel día.
Y tenía razón, desde entonces, cada vez que tenía un problema subía a la azotea de mi edificio y desde allí me daba cuenta de que nada es tan importante como para volver a desear tanto acabar con todo como lo deseé yo aquel día.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario