Otra vez cayendo en la intención de engañar al corazón con otra dulce mentira.Otro nuevo cambio de carril evitando coincidir con tu mirada perdida.Y en el mar de mis escombros,sin quererlo te he encontrado a ti otra vez..y me envuelven tantas cosas que ya di por enterradas en ayer,y ya sé que es mentira,porque el tiempo se marchó,el pasado de quedó a recordarme tu herida..Porque no logré olvidar,y aunque me quiera engañar,es una causa perdida.
Y como ves,aun sigo aquí,olvidándome de ti un par de veces al día.Lo que el viento no arrastró se ha quedado en mi interior,nada es como decían..que la lluvia siempre pasa,que las hojas caen y vuelven a crecer otra vez.Que nada dura eternamente,pero mientras llega sé que va a doler..
Seguimos enfadándonos por estupideces, queriéndonos a veces. Al fin de cuentas,sería imposible seguir sin saber que estás aquí.
No me dejes, mi vida, no me dejes, que no puedo sin ti. No me dejes, aún no..
Ya ves, sigues siendo el primer pensamiento al despertar, un desgarro de mi alma sigue vivo en mí, que pasa el tiempo y no mis ganas. ¿Qué tal? Si quieres que te diga la verdad, no he dejado ni un segundo de pensar en ti, mi perfume es el aroma del último beso que te di, se me olvidaba que no volverías.. cuánto tiempo sin verte, no dejé de quererte, vivir con tu recuerdo no me es suficiente.
Subimos hasta el último piso y de ahí a la azotea, al principio me asusto, y empiezan los vértigos, él lo nota y me coge la mano. Nos acercamos al filo, y miramos desde allí toda la ciudad, sigo sin saber qué hora es pero por la cantidad de luces que hay, debe ser madrugada. Él me empieza a susurrar "¿Ves? aquí ya no llegan tus problemas, no son tan grandes." Me estremezco al notar su voz en mi oreja y su aliento en mi cuello."Cuando tengas un problema más grande que todo esto..." hace un gesto para abarcar toda la ciudad "... valdrá la pena que vuelvas a ese sitio."
Y tenía razón, desde entonces, cada vez que tenía un problema subía a la azotea de mi edificio y desde allí me daba cuenta de que nada es tan importante como para volver a desear tanto acabar con todo como lo deseé yo aquel día.
Y tenía razón, desde entonces, cada vez que tenía un problema subía a la azotea de mi edificio y desde allí me daba cuenta de que nada es tan importante como para volver a desear tanto acabar con todo como lo deseé yo aquel día.
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